Joselina Daza dejó sembrado para siempre su corazón en Patillal

Por Juan Rincón Vanegas @juanrinconv

Febrero 19 de 2024. Cuando la mañana daba la bienvenida al pasado sábado 17 de febrero falleció a sus 79 años en el corregimiento de Patillal, municipio de Valledupar, Joselina Daza Daza, la mujer que hizo posible con su belleza natural que Alejo Durán la premiara con un canto que lleva su mismo nombre.

La tristeza se unió a su único hijo Hugo Alberto Mejía Daza, conocido como ‘Pájaro’, quien fue el soporte para ella en medio de dolores y enfermedades que fueron minando poco a poco su salud.

Él contó detalles de su señora madre. “Ella tenía la enfermedad de Alzheimer, pero en momentos de lucidez me reconocía y yo la abrazaba y la besaba. Le decía que estaba hermosa y me respondía que eran cualidades de siempre. Murió mi madre buena, quien me amó hasta el final y yo le correspondí. Todo en la vida pasa, pero ella como Alejo Durán, quien la inmortalizó, dejó sembrado para siempre su corazón en Patillal”.

Aquel relato cantado lo hizo Alejo Durán en dos minutos y 49 segundos, donde de manera sencilla dijo que ese amor no pudo aterrizar en su corazón, porque Joselina Daza le rompió las ilusiones que había puesto a volar antes de tiempo. “En el pueblo de Patillal, tengo el corazón sembrado, no lo he podido arrancar, tanto como he batallado”.

De esa manera a finales de la década del sesenta nació ese canto que años después también lo expandió con su voz Diomedes Díaz, teniendo el acompañamiento del acordeonero Gonzalo ’El Cocha’ Molina’. En ese sentido, se resalta que ‘El Cacique de La Junta’ le añadió un verso a la canción. “Las mujeres colombianas son hermosas, son muy lindas, por eso es que Joselina se ha adueñado de mi alma”…

Ese tema también lo grabaron Moisés Angulo, Guillermo Lara Arrieta e Isaac Vásquez, Erick Escobar y ‘Nayo’ Quintero, Manuel ‘Mañe’ Bustillo y Felipe Paternina, dándole ese toque de vallenato tradicional.

Precisamente, el escritor Patillalero Fernando Daza, expuso aquel episodio que rodeó la historia de Alejo Durán y Joselina Daza. “Una tarde de abril en que el acordeonero, sostenido en un último hilo de esperanza y con una ofrenda de amor en las manos, llegó suplicante a su morada, siendo arrasado al rigor de la sentencia: “No jodas más, que ya mi corazón tiene dueño”, refutó la patillalera. Y el legendario intérprete de ‘Sielva María’, tuvo que irse con sus sones por otros lares, dilapidando sus clamores y ensueños por cada uno de los rincones y parrandas del viejo Magdalena Grande”.

Joselina no era la misma

Debido al deterioro de su salud en los dos últimos años su vida no fue la misma. Su mirada se paseaba por los alrededores y no encontraba lo que buscaba. En medio de esa circunstancia dolorosa, se notaba su tristeza. Se le había olvidado hasta de su propia historia.

Joselina Daza, quien nació el 21 de diciembre de 1944, cuando recientemente se visitaba en su casa ubicada en el barrio La Colmena de Patillal, ya no relataba aquel encuentro con el hombre del ‘Pedazo de acordeón’, diciendo que había perdido el tiempo porque ella estaba enamorada y él tenía fama de mujeriego.

Tampoco soltaba su característica carcajada que llamaba la atención de sus vecinos porque venían en camino algunas palabras de grueso calibre. Todo se extrañaba. En esa casa reinaba el silencio y hasta su compañero, el radio, estaba apagado.

Su hijo se encargada de dar a conocer detalles de Joselina, mientras ella estaba con la mirada fija y en muchas ocasiones intentaba pronunciar palabras, pero desaparecían antes de llegar a su boca.

En aquella ocasión en cierto momento del diálogo se le cantó el verso de la famosa canción que le hicieron en su honor. “Oye Joselina Daza lo que dice mi acordeón. Yo no sé lo que me pasa con mi pobre corazón”. Ella no se inmutó porque su cerebro tampoco recibía señales de notas musicales.

Joselina Daza siempre hacía énfasis en Alejo Durán, quien se enamoró solo sin poder hablarle a su corazón con aire romántico y voz ronca, porque sus palabras se las llevaba el viento. Él ante el rechazo tuvo que cerrar su acordeón y lo abrió nuevamente en otro lugar, donde el terreno estuvo fértil para el amor.

Para corroborar ese hecho de la célebre canción dedicada a Joselina Daza, el Rey Vallenato Náfer Durán Díaz, hermano de Alejo, aseveró. “Esa fue mucha lucha de mí hermano y hasta varios viajes hizo a Patillal en busca de Joselina, pero su intento al lado de su amigo Victor Julio Hinojosa, quien le hacía la segunda, fueron fallidos. A Joselina, de quien supe por la canción, la conocí años después y en verdad era muy atractiva y cariñosa, pero ante el propósito de Alejo se paró en la raya”.

Oye Joselina Daza…

Aquella mujer que no sabía de secretos y de admirable generosidad, quedó inscrita como una de las grandes protagonistas del folclor vallenato, a quien le hicieron una declaración de amor que ella rechazó a pesar de la insistencia.

En la última entrevista a Joselina Daza, hace más de dos años, habló de todo, pero dijo una frase que hoy tiene la mayor vigencia. “No me olviden, porque eso no se hace conmigo”.

Adiós para siempre a Joselina Daza, la hermosa mujer que no solamente quedó en el registro sonoro a través de una canción, sino que salió adelante mirando el horizonte unas veces brillante y otras oscuro, ni importándole ser famosa, sino humilde, trabajadora y sin pelos en la lengua para decir sus verdades.

En cierta ocasión expresó sin ninguna clase de arrepentimiento que ella no se enamoraba de la noche a la mañana, sino en  los tiempos que le marcaba Dios. Oye Joselina Daza, dejaste sembrado para siempre tu corazón en Patillal.

 

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